viernes, 10 de abril de 2020

Alaska, la última frontera

En septiembre de 2016 nos esperaba uno de los territorios más salvajes, vírgenes y remotos en los que he tenido la suerte de estar. Alaska, vendida por Rusia a Estados Unidos en el siglo XIX por unos 7 millones de dólares, es una de las últimas fronteras del mundo occidental. El Polo Norte está tan cerca que muchas zonas de este estado son inaccesibles por coche y solo se puede llegar usando hidroaviones o barcos rompehielos.

Nieve, trineos y ciudades perdidas: Alaska.

Un vuelo nocturno (y eterno) desde Seattle a Anchorage nos transportó a una experiencia increíble y una semana mágica, con paisajes inolvidables, parques naturales únicos y un montón de animales en libertad. En esta ciudad, una de las más grandes y pobladas de Alaska (la capital es Juneau, en el este del estado), alquilamos una auto caravana  (RV según sus siglas en inglés) para recorrer estas interminables carreteras bajo un cielo plomizo y gris. La mejor época para ir a Alaska es el verano, ya que desde septiembre a mayo muchas carreteras y zonas del estado están llenas de nieve y es imposible acceder. Nosotros decidimos ir en la primera semana de septiembre, cuando los mosquitos gigantes ya se estaban retirando y el frío no era todavía demasiado intenso. Decidimos hacer una ruta circular de sur a norte, saliendo de Anchorage, pasando por Talkeetna hasta llegar a Fairbanks y bajar por el lado opuesto hasta llegar a la península de Valdez y volver a Anchorage. Una ruta mayúscula e increíble pasando por parques nacionales como Denali, Wrangell- San Elías o los glaciares de Valdez. Por el camino, lagos cristalinos, montañas infinitas y rutas rodeados de osos, renos y lobos. Sin duda, uno de los viajes de mi vida.

 Si vas a Alaska un RV es en mejor transporte que puedes elegir. 
 Cada dos kilómetros un lago impresionante en el que parábamos a hacer fotos. 
 La casa de un hobbit en medio de la nada. 
 Talkeetna es un pueblo mágico, sepultado en el invierno 9 meses al año. 
 Fo-ta-za
Ya asomaba el otoño en Alaska a principios de septiembre.

El Parque Nacional de Denali es uno de los parques más increíbles del mundo, con el monte Denali como la montaña más alta de América del Norte. En este parque conviven osos grizzlies, caribús, renos o lobos salvajes, todos en estado salvaje. El parque ofrece diferentes tipos de excursiones a los visitantes usando autobuses propios para no contaminar con tu vehículo particular (la contaminación es el gran enemigo en esta tierra). En este recorrido vimos multitud de osos por sus montañas y alces en sus bosques, respirando un aire puro que te helaba los pulmones.

 Una foto preciosa con una planeadora de fondo.
 Perros tirando trineos adaptados a las gélidas temperaturas. 
 Por primera vez conocimos un glaciar y subimos por él.
 Donde haya una huella de dinosaurio, ahí estoy. 
 Mirando al infinito para no olvidar momentos inolvidables. 
Una auténtica campeona que nos ayudó a comprender la magia de este lugar.

Han pasado algunos años desde este viaje, pero recuerdo muchos detalles de uno de los sitios más especiales de la Tierra, poblado por gente dura, hecha al frío y al trabajo duro, en condiciones difíciles y con pocos días de sol al año. Un lugar especial.

Una de mis fotos favoritas de la historia.

1 comentario:

  1. Y esa RV,ay el miedo que daba con el viento!!!moviéndola a todos lados!!!sin duda Alaska fue un viaje impresionante!!!!:)

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