lunes, 30 de marzo de 2015

Pensando en las siete siguientes generaciones... (I)

Cuando un indio toma una decisión importante, ha de tener en cuenta el bienestar de las siguientes siete generaciones sobre la Tierra, por lo que todas sus acciones no pueden perjudicar ni física ni espiritualmente al medio en que habitan.
Esta frase la había escuchado hace años y me vino a la cabeza este fin de semana, cuando Jose y yo cargamos de gasolina mi cañonero, empacamos pantalones cortos y gorras y pusimos rumbo a la polvorienta Arizona, justo en la frontera sur de Utah. Antes de eso, el miércoles, fuimos a un partido de los Utah Jazz, que recibían a los Portland Trail Blazers y nos hicimos unas fotos muy chulas a pie de pista. Los Jazz perdieron, pero el espectáculo NBA no defraudó. En un par de semanas, en el penúltimo partido de la temporada en casa, viene Marc Gasol con sus Grizzlies y allí estaremos.

 Foto encima justo del parqué de la NBA del Energy Solutions.
Los jugadores de los Jazz calentando y nosotros haciéndonos fotos.
 
Pocos días después comenzamos nuestra ruta hacia el sur. El viernes salimos de la tranquila Salt Lake con destino Monument Valley, seis horas de rectas interminables y diners de carretera de por medio. Después de una parada para cenar en Moab Diner (véase la entrada titulada Arena (roja) en los bolsillos..., del 23 de agosto) llegamos a nuestro hotel en la zona de Monument Valley, mítico escenario de películas del Oeste y de anuncios de tabaco. Los indios navajos gestionan toda esta zona e incluso tienen su propia hora, ya que en territorio navajo es una hora antes que en el zona de las Montañas en la que vivo. Nosotros dormimos en el famoso Goulding´s Lodge, donde residían (y se emborrachaban) John Ford y John Wayne durante los rodajes de las películas más famosas del Oeste: La diligencia, Centauros del Desierto, Pasión de los Fuertes, Fort Apache, Río Grande o El Sargento Negro. También se han grabado en este parque Regreso al futuro III, Thelma&Louise, Forrest Gump, Misión Imposible II y Windtalkers, entre otras. El hotel está muy ambientado en esta época del Oeste, con un museo propio con objetos de estos cineastas y actores e, incluso la habitación que ocupaban cuando venían al parque.
 
 Éste era el cuarto de John Wayne cuando grababa La legión invencible, con el nombre de su personaje en la película. Mítico.
 Subiendo en la Stagecoach, es decir, en La Diligencia.
 Foto con The Duke, el más duro del Oeste. Actorazo.
 América profunda: patriotas y vaqueros.
Cada rincón estaba dedicado a una peli del Oeste. Inolvidables centauros.
 
Monument Valley es una maravilla de la naturaleza: millas y millas de formaciones rocosas imposibles y aroma a cine clásico. Debajo de cada piedra o en cada pradera es fácil imaginarse a vaqueros e indios, dirigidos por un hombre con un parche en el ojo. La entrada al parque es relativamente barata, 20$ por vehículo y, una vez dentro, puedes moverte con tu propio coche (ay, mi cañonero como sufrió) o meterte en un tour organizado por los navajos. El recorrido total son 17 millas entre los míticos monumentos en piedra que hechizaron a Hollywood y a medio mundo, con escasa vegetación y mucho polvo rojizo que tizna los calcetines de color rojo. De hecho, muchos le llaman la octava maravilla del mundo. Personalmente, es uno de los lugares más mágicos en los que he estado.
 
 Amanecer en Monument Valley desde la terraza de la habitación del hotel. Un espectáculo inolvidable.
La luz del Sol va abriendo el paisaje y descubriendo los monumentos.
 El monumento más mítico de todo el parque. Imaginaos a John Wayne a caballo.
 Arena rojiza, caminos de polvo y el infinito.
 Sólo algunos árboles bajos y arbustos aguantan las altas temperaturas. ¡34º a finales de marzo!
 Tomando aire para adentrarnos en el salvaje Oeste.
 Las carreteras interminables forman parte del paisaje de Arizona.
 La entrada al parque, un homenaje al sufrido pueblo navajo.
 Dos en la carretera: mi cañonero y yo.
 Otros dos en la carretera: el mejor compañero de viaje y yo.
 Al fondo, las tres hermanas.
 Cañoselfie: apunta y dispara.
 Panorámica de la inmensidad de Monument Valley.
 Una india navaja en un hogan tejiendo y destejiendo (como Penélope).
El cañonero y millas de nada.
Jose en la entrada de una típica construcción india: un hogan.
Saltando de alegría antes de entrar al parque.
 
Después de pasar la mañana en el parque, nos dirigimos a otro punto emblemático del territorio navajo, el Navajo National Monument, zona ocupada por los antepasados de los navajos, los Anasazi, un pueblo amerindio con grandes conocimientos de astronomía y autores de petroglifos enigmáticos que siguen volviendo locos a criptógrafos de medio mundo. Esta zona está a una hora de Monument Valley, cerca del pueblo de Kayenta y merece la pena la visita. Hay varios trails o recorridos de unos 20 minutos que te acercan a una serie de cuevas conectadas donde vivía este legendario pueblo, antepasado de los hopi y de los navajos.
 
En esta zona navaja se conserva una auténtica huella de dinosaurio. La guinda a un gran día.
 Esas cuevas son para los navajos como las cuevas de Altamira para la evolución del hombre en Europa.
 Entrada al parque, orgullo del pueblo indio.
Jose rodeado de historia del pueblo indio.
 
Para terminar el día, nos pusimos a buscar la milla exacta en que Forrest Gump, interpretado por Tom Hanks en la película ganadora de 6 Oscar, termina de correr después de recorrer varias veces el país y contar con un buen grupo de seguidores a sus espaldas. En la milla 13 de la carretera 163 entre Arizona y Utah, entre Monument Valley y Mexican Hat, Forrest Gump, después de más de 3 años en la carreteras de todo Estados Unidos, deja de correr y decide volver a su casa de Alabama. En ese punto hay un cartel conmemorativo.
 
 Si pasáis por esta carretera, no dejéis de buscar este punto. Mítico.
Justo aquí, Forrest Gump se giró y dijo: "Estoy muy cansado. Quiero irme a casa"
 
Este maravilloso sábado de primavera terminó con una cena en un restaurante navajo (tacos enormes a 10´99$) y una película, La diligencia, por supuesto, en un cine de verano en Goulding.
 
En la siguiente entrada escribiré acerca del domingo y la visita a Antelope Canyon, una maravilla de luz y color a dos horas de distancia, en dirección a Page. Y en apenas un día y medio, avión a San Diego para pasar las vacaciones de primavera entre ésta ciudad y Los Ángeles. Emociones fuertes para esta recta final del curso.
 
Una anécdota para terminar: el grupo español Jarabe de Palo de concierto en Salt Lake (!). No pudimos ir a verlos por estar de ruta hacia el Oeste.
 
Pues sí que fueron a dar lejos los Jarabe de Palo. ¡Bonito!
 
Muchas gracias a todos por pasaros y comentar.

4 comentarios:

  1. Me parece fantástico todo lo que puedes ver, esos lugares tan preciosos ,que suerte poder estar ahí.

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    1. Pues sí, Carmen, es una gran suerte estar aquí y ser "un culo de mal asiento como yo", que no para quieto.

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  2. Hola Rubén:
    Aquí estoy de visita en tu blog. Veo que tus ganas de viajar y de conocer lugares no decae, al contrario, siguen igual o con mas fuerza.( Así me gusta)
    Al ser un paisaje tan desértico y árido, me llama la atención, pero lo veo un poco agobiante. Lo del cañonero si que es chulísimo, me encanta!!
    Hasta la próxima.

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    1. Nosotros pensamos que acabaríamos hartos de desierto, pero tiene algo mágico, por lo menos esa fue la impresión que nos dio: una paz y un silencio especial. Lo mejor es que no es muy conocido y hay poca gente y mucha carretera por delante.

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