miércoles, 13 de mayo de 2020

"Todo es posible. Esto es Nueva York"

Es curioso que en los años de vida de este blog nunca haya escrito sobre mi ciudad favorita de Estados Unidos (probablemente del mundo): Nueva York, la ciudad que nunca duerme, la gran manzana, la antigua New Amsterdam de los holandeses en el siglo XVII. Muchas guías, libros, canciones, películas, series, musicales y obras de teatro han usado Nueva York como escenario, por lo que al caminar por sus calles o sus parques es inevitable asociarlas a recuerdos y momentos de nuestras vidas (reales o imaginados).

Creo que he estado en Nueva York más de una decena de veces y siempre descubro algo nuevo: una coqueta plaza en Brooklyn, un café en Manhattan, una nueva esquina de Central Park o un graffiti en Harlem o en el Bronx. Seguramente los Nicks habrán perdido de paliza y los Yankees habrán ganado de nuevo a los Mets. Hay cosas que nunca cambian.

La Navidad de 2018 fue la fecha elegida para que mis padres visitaran Estados Unidos por primera vez y Nueva York fue el destino perfecto. Iban a ser unas navidades muy especiales y todo salió según lo planeado: mi hermana (que le ha cogido el gusto a venir a visitarme), Samu, mis padres, Manu, Lola y yo con diez días por delante para explorar la capital del mundo.

Foto de la cuadrilla en la fabulosa estación de Grand Central.
Mi padre encontró un póster gigante de su ídolo al poco de aterrizar.
  La decoración navideña en Nueva York es mágica.
Mi madre con una dama verde.

Nuestra base de operaciones era un apartamento en la parte baja de Manhattan, cercano al puente de Brooklyn y a Wall Street, en un barrio sencillo pero con buenos restaurantes y bastante bien comunicado. Desde ahí nos movimos en todas direcciones y hasta alquilamos un coche en la vecina New Jersey para conocer Filadelfia y los condados de Pennsylvania donde vive la comunidad Amish. La clave para estos diez días fue tener una Metrocard o tarjeta de transporte de metro y autobús urbano para movernos con total libertad por todas las avenidas y calles de la ciudad.

A partir de ahí, aventura tras aventura y recuerdo tras recuerdo: el ferry a la estatua de la Libertad saltándonos todas las colas, fotos olvidables con gorros terribles, una tormenta perfecta la noche de Fin de Año, mi padre mirando a los rascacielos con cara de incredulidad, noches de jazz en el Blue Note, partido de los Nets en el Barclays Center, comida coreana con palillos escurridizos, partidas de ajedrez en Union Square, puddings de banana en Magnolia Bakery, paseos inolvidables por el High Line, Samu y Antía derrotados en la isla de Ellis, watches en Chinatown, el MOMA, compras alocadas en outlets de extrarradio, gorras de baloncesto, zapatillas Air Jordan y risas. Muchas risas.

 Manu y Lola son verdaderos profesionales del pose.
 Yes, we love NY.
 Decoraciones navideñas ocultas en Brooklyn. 
 El teatro de Harlem donde nació la música negra.
 John Lennon siempre vivo en Central Park.
 Aquí jugaba (y apostaba) Bobby Fischer. 
 Grafitis espectaculares que nos trajeron algún dolor de cabeza para fotografiarlos. 
 Times Square preparándose para fin de Año. 
 Foto icónica de nuestros zapatos.
 Me encanta esta foto (aunque algunos lleven gorros)
 Mi padre y una esquimal en Chinatown. 
 En la foto algunos sonríen, pero para comer no sonreían tanto. 
¡El estadio de los Yankees en el Bronx nos gustó demasiado!

En resumen, muchas fotografías para describir las sensaciones que nos dejó una ciudad inolvidable en unas navidades mágicas y diferentes. Todos los que estábamos allí estamos seguros que alguna vez volveremos a Nueva York para crear nuevos recuerdos y descubrir nuevos rincones. "Todo es posible. Esto es Nueva York".

6 comentarios:

  1. Que chuli... Yo quiero volveeer😭😭😭

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  2. La esquimal y la que no come muy bien con los palillos, se lo pasó de miedo, ganas de volver, y reír y disfrutar como nunca. Con un guía perfecto.

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  3. El que mas disfruto fue tu viejo

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