Antes de poner rumbo al polvoriento sur de Utah, Jose y yo descubrimos pequeños tesoros en la gélida Salt Lake: una visita al Capitolio y a su planta baja nos dio la oportunidad de hacer fotografías políticamente divertidas, especialmente en esta época de primarias en los partidos Republicano y Demócrata; y en la parte oeste de la ciudad, una casa de cuento: la genial factoría Pixar regaló al mundo, en el 2009, la película de animación Up (sus primeros diez minutos son cine con mayúsculas), la historia de amistad de un anciano cascarrabias y un niño despistado, y en el número 13218 de la calle Herriman Rose se encuentra la casa en la que se inspiraron sus guionistas para recrear la casa del anciano.
Jose, con una gran sonrisa, delante de la casa (sin globos voladores).
Un barrio tranquilo y colorido al suroeste de Salt Lake.
Una fotografía sacada de Internet compara las dos casas, ¿parecidas, verdad?.
Bajo un cielo gris de marzo, Jose toca la H de Utah.
Una foto divertida, propia de House of Cards o El Ala Oeste de la Casa Blanca.
Para despedir el invierno, Jose y yo visitamos uno de los cinco National Parks que tiene el estado de Utah: Capitol Reef, el parque con las piedras más rojas de todo el estado. A unas cuatro horas al sur de Salt Lake City está el pueblo de Torrey (donde todo cierra a las 20:30), entrada al parque de Capitol Reef, perdido entre serpenteantes carreteras, antiguos pueblos de pioneros mormones y ríos tranquilos. Un gran fin de semana en uno de los parques más tranquilos de Utah, en el que puedes caminar por sus numerosas rutas sin cruzarte con nadie, sintiendo una naturaleza cercana y pacífica. Uno de los trails más bonitos del parque es Capitol Gorge, un camino de unas 7 millas en medio de un desfiladero, entre rocas enormes, antiguas inscripciones de los nativos americanos y un buen Sol encima de nuestras cabezas. De este recorrido sale una subida entre rocas, the Tanks, que nos da una buena perspectiva del parque. Saliendo del parque paramos en el pueblo de Fruita, un enclave de los antiguos pioneros mormones, establecido como punto de cultivo de fruta en temporada de verano. Una antigua casa mormona vende confituras, pasteles, miel y deliciosos dulces de canela, y, a pocos metros, una escuela nos recordó a las escuelas unitarias del interior gallego.
Una foto más en un cartel de entrada a un parque. Y van...
Jose tiene una cámara nueva, genial, y saca fotos como éstas, de rey de la colina.
La Highway 12 es una carretera preciosa que conecta Capitol Reef con Bryce Canyon.
Petroglifos en las piedras, obra de los nativos americanos.
Ese punto naranja en el desfiladero de Capitol Gorge soy yo.
En lo alto de la montaña, entre la reflexión y la falta de aire.
Una buena foto en un momento de descanso en un precioso día de primavera.
Conducir por la 12 es un placer: ríos, rocas, montañas, pueblos olvidados.
En mi mano un cinnamon roll o rollo de canela a punto de ser devorado.
La escuela de Fruita, abierta en los años treinta y cerrada en los 50, usada también como salón de baile e iglesia.
El infinito a mis espaldas.
Me encanta esta foto, a punto de saltar hacia la nada.
Colgando en las rocas rojas de Utah.
Una maravilla de la naturaleza bien valió una buena subida bajo el Sol.
Después de un maravilloso día en Capitol Reef subimos a mi sufrido cañonero y bajamos por la autopista 12 hacia Escalante, la siguiente parada en el camino: la entrada a un Monumento Nacional con el mismo nombre. De camino recorrimos el Dixie National Forest y paramos en todos sus miradores, muy recomendables: Larb Hollow, Steep Creek y Homestead.
La sinuosa carretera de la 12 fue parte del plan de recuperación económica de Roosevelt en el New Deal de los años treinta y tardó casi 20 años en ser terminada.
Mi cañonero aguanta el frío de Idaho y el calor de Arizona sin protestar demasiado.
Me encanta conducir por estas carreteras, donde cada poco te sorprendes con nuevos paisajes.
Antes de la hora de cenar llegamos a Escalante, dos horas al sur de Capitol Reef: un tranquilo pueblo de una sola calle, con campings y diner sencillos, pero con buena comida local. Escalante es la entrada al Grand Staircase- Escalante National Monument, una gran superficie con muchas paradas interesantes. La más cercana al pueblo es Petrified Forest National Park. un bosque donde, por obra del paso del tiempo y del cambio, los troncos de los árboles se están convirtiendo en rocas. No soy un experto en geología, así que si queréis la explicación técnica, Internet o un viaje a Utah.
Otra foto con cartelito...
Los lagos de montaña son increíbles espejos del cielo y el agua.
No nos cansamos de fotografiar lagos (buena compra, Jose).
Parecen piedras, pero son árboles transformándose en piedras.
El tacto de los árboles es como tocar afilados minerales.
Escalante, un pueblo donde pasan pocas cosas, pero esconde buenas maravillas.
Después de la visita al bosque, a una media hora al norte, se encuentra Devil´s garden, el Jardín del Diablo, al que se llega después de conducir casi 20 millas por una carretera sin asfaltar, imposible y llena de baches. Ahí fuimos y la tortura mereció la pena: hoodies o rocas similares a las de la Capadocia turca por todos lados, rodeados de arena roja, olvidados del mundo y un precioso cielo azul por encima. La verdad es que las fotos explican mejor que yo la majestuosidad de la zona.
El viento, el agua y la naturaleza han creado este caprichoso jardín del diablo.
Me gustan las fotos arriesgadas con los pies colgando.
En estas carretas llegaron los pioneros mormones a esta zona olvidada y más allá, hasta Hole in the Rock, una parte a la que no fuimos porque eran 40 millas más en la endemoniada carretera sin asfaltar.
Jose y los pivotes de roca por todos lados.
Yo también quise mi foto con la maravillosa Canon nueva.
A los pies de formaciones rocosas imposibles.
La erosión ha creado su particular Capilla Sixtina en piedra.
La cabra sigue tirando al monte.
El día aun no había terminado y nos dirigimos a unas cataratas en el bosque Dixie, las Calf Creek Falls, a las que llegamos después de una caminata bastante durilla, subiendo y bajando rocas durante hora y pico. Cuando estábamos a punto de desfallecer, una chica nos dijo que estábamos a punto de llegar. La alegría fue enorme y acabamos corriendo los últimos metros del trail. Las cataratas eran realmente impresionantes, un oasis en el polvo rojo del desierto donde vivían nativos Fremont y donde grabaron dibujos por sus paredes.
Ese punto rojo vuelvo a ser yo, rodeado por una impresionante caída de agua.
Jose y yo con cara de satisfacción después de una buena ruta siguiendo el río Escalante.
Esta foto muestra los impresionantes colores: azul, verde, blanco, morado.
Poco después volvimos a la UT 12 y nos dirigimos a Salt Lake para recuperar fuerzas para nuestro viaje de Spring Break: Chicago, la ciudad del Viento o la Segunda Ciudad, donde íbamos a pasar cinco maravillosos días. La siguiente entrada hablará de ello.
Muchas gracias a todos por pasaros, leer y comentar. El contador del blog me ha notificado que han entrado más de 12.000 personas desde que empecé a escribirlo en junio de 2014. ¡Amazing, dude!
La verdad es que Devils Garden fue un sitio precioso y lleno de paz..a pesar de su carretera indomable!!!Naturaleza salvaje y preciosa:)
ResponderEliminarMi pobre cañonero aún se duele del traqueteo de esos 25 minutos en medio de piedras y agujeros. Pero mereció la pena por pasear por ese jardín de piedras.
EliminarQue paisajes impresionantes... eses recorridos por los states seguro que te quedan grabados para siempre.
ResponderEliminarMás que los paisajes, la sensación de ver algo tan natural y tan poco modificado desde hace tantos años.
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