Después de disfrutar de la cinematográfica Monument Valley y de la zona noreste de Arizona, Jose, yo y mi sufrido (aunque inalterable) cañonero nos pusimos en dirección a Page, un pueblo de 7.000 habitantes muy cercano a una zona que nos interesaba mucho: Antelope Canyon, un cañón de ranura en una reserva de indios navajos, nuestros compañeros de viaje en este gran fin de semana. Para poder visitar el cañón hay que contratar, obligatoriamente, un visita guiada por navajos. Por unos 28$ por persona y previa reserva por internet, bajamos a esta maravilla de la naturaleza, alrededor de una hora y media. La razón de la visita guiada es por la seguridad de los visitantes, ya que pueden darse inundaciones instantáneas muy peligrosas; de hecho, en el verano de 1997 once turistas fallecieron por una fuerte corriente de agua en el interior del cañón. Sólo el guía navajo sobrevivió.
La entrada a Antelope Canyon me recuerda al final de Indiana Jones y la última Cruzada.
Cualquier foto desmerece la belleza única de este cañón.
La mejor hora de visita, por la luz natural que inunda todo, es entre las 11.30 y las 2.30.
Efecto de arena cayendo en la inmensidad del silencio.
Explorando las estrechas paredes del cañón del Antílope.
Paredes de colores que van del amarillo, al dorado, al violeta, al azul, al negro.
La boca abierta y los calcetines llenos de arena.
La cabra siempre tira al monte.
Esta foto es muy "foto de disco" de música celta.
En cada esquina había una fotografía mejor que la anterior (y no soy yo mucho de fotos).
Perdido en una sinfonía de colores.
Aventuras en Arizona.
Creo que os hacéis una idea de la belleza del sitio, ¿verdad?
Tras admirar este majestuoso cañón, nos dirigimos a otro punto cercano que no queríamos perdernos: Horseshoe bend, es decir, la curva de la herradura, a unas 4 millas de Page. El río Colorado traza una curva impresionante con forma de herradura antes de entrar en el Gran Cañón del Colorado. De acceso gratuito tras una pequeña ruta de 15 minutos bajo el sol de Arizona.
¿Veis la herradura? Sólo falta el caballo.
La sensación de estar sentado ante el vacío, con los pies colgando, es única.
Un mal paso y se termina el blog.
El hombre que subió una colina y bajó una montaña: Jose.
El desierto a mis espaldas: coyotes y plantas rodadoras.
Esta entrada tiene overbooking de fotos, pero es la mejor manera de explicar la inmensidad del paisaje.
El día estaba siendo completo antes de emprender el camino de vuelta (unas seis horas en dirección norte) a la tranquila Salt Lake, pero aún hicimos una parada más: el Lago Powell y la presa del cañón de Glen, unas de las más grandes de Estados Unidos. Construida en 1963, tiene una longitud de 300 kilómetros. El lago debe su nombre al mayor Powell, el primero en descender el río Colorado hasta el Pacífico.
Una mole de cemento detiene el río Colorado.
Panorámica de un lago que empieza en Arizona y termina en Utah.
Nos pierden las huellas de dinosaurio.
El domingo por la noche llegamos a Salt Lake, llenos de polvo, pero con la retina llena de maravillosos paisajes. Deshicimos la mochila y preparamos la siguiente, ya que el miércoles empezaban las vacaciones de primavera o Spring Break y ya teníamos, desde Navidad, nuestros billetes de avión para el sur de California: San Diego y Los Ángeles. De ellas hablaré en la próxima entrada, una entrada freak, con referencias a películas, series y atardeceres en Santa Mónica.
Un adelanto: "El viejo tren de la Unión Pacific no pasa más por estas vías", seguido por la loca de los gatos.
Ese miércoles, antes de volar a la soleada California, Jose se vino a la escuela a conocer a los niños y fue un gran experiencia, ya que no dejaban de hacerle preguntas sobre deportes, colores, idiomas. La verdad es que son niños bastante inquietos, pero muy divertidos y con mucha imaginación. Quedan menos de ocho semanas de clase antes del verano y alguna que otra escapada ya está planeada para el mes de mayo.
Este miércoles por la noche (es decir, a las 5 de la tarde) tenemos fiesta de patinaje de la escuela en el mismo sitio donde celebramos la primera en el lejano mes de septiembre y de la que hablé en su momento en el blog. Allí estaré, dispuesto a nuevas caídas y algodón de azúcar de colores.
Muchas gracias a todos por pasaros y por los comentarios. Y muchas felicidades a una fiel lectora de este blog, Anna, que, hace poquito, ha traído a Alba a este mundo. Congrats!
El paisaje era increíble!!!y el cañonero lo dio todo!!!deseando ir a pròximo destino:)
ResponderEliminarEl próximo destino ya lo tenemos en mente: ¡cocoteros y faldas hula! Con mas freakies (Golden) de por medio.
EliminarRubén, me quedé realmente impresionada, con las fotos del cañón. Tienes hecho fotos preciosas pero éstas...... son de premio. Las formas tan originales, la luz, ésa gama de colores tan bonitos.Que belleza!! Enhorabuena y hasta la próxima.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte, Vicky. La verdad es que no soy, ni mucho menos, un profesional de la fotografía, pero era muy fácil hacer fotos espectaculares en este cañón maravilloso. Espero que te guste la siguiente entrada.
EliminarAna Paz Calvo
ResponderEliminarThank you darling!!😘😘
De nada, Anita. Esperamos que la peque os deje dormir un poquito más! Nos vemos dentro de poco!
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