miércoles, 9 de marzo de 2016

No child left behind!

Después de casi dos años dando clase en Estados Unidos ha llegado el momento de adentrarme un poco más en el sistema educativo americano y contar mis impresiones sobre el día a día en la escuela. El título de esta entrada se refiere a una base del sistema: ningún niño queda atrás, todos remando hacia el mismo objetivo: el éxito escolar.

Esta entrada va dedicada a todos los que me decís que no hago más que viajar y ver sitios (maravillosos) por todo el país.

Ésta es mi escuela, de una planta y un pasillo con clases a los dos lados. 

Para empezar, las clases comienzan, dependiendo del curso, del distrito y del Estado, a mediados de agosto y terminan a finales de mayo. A los profesores americanos les encanta que las clases hayan terminado antes del Memorial Weekend, que siempre cae el último lunes del mes de mayo. Por ejemplo, el curso anterior terminamos la primera de semana de junio (aquel último fin de semana de mayo lo aprovechamos para conocer el parque nacional de Yellowstone). En Utah hace bastante calor en el mes de agosto y los primeros días salir al recreo a las doce del mediodía, supone estar con casi 40º grados al Sol. En total, son 179 días de escuela con niños y 8 días de escuela sin niños, dedicados a formación y organización del centro.

En mi colegio empezamos las clases a las 8:35 y terminamos a las 3:20, con tres paradas por medio: un recreo de 15 minutos a las 10:00 y otro a la 1:30 y un almuerzo de media hora, de 11:30 a 12:00 (sí, a las 11:30 como todos los días). Al principio puede parecer un poco temprano para comer, pero te acostumbras rápidamente. Personalmente, prefiero comer un poco más tarde, para alargar la mañana, que es cuando los niños están más frescos.

Lo primero que hacemos cada mañana es recoger a los niños en el patio (en la foto superior, los números del suelo corresponden al curso o grado), donde se organizan en filas más o menos rectas. Al entrar en el centro escolar, con las filas más o menos rectas y más o menos en silencio, con el maestro rondando y corrigiendo, entramos en la clase, dejan las mochilas y se sientan en sus pupitres. A las 8:40 la principal da los buenos días por megafonía, comenta las novedades del día y, con un grupo de niños de una clase, recita el juramento de la bandera. Habitualmente, a menos que los estudiantes sean de una clase de Dual Inmersión en español, la recita en inglés, pero nosotros la hacemos en español. Los niños se ponen de pie, ponen la mano respetuosamente en el corazón y recitamos:

"Juro fidelidad a la bandera de los Estados Unidos y a la República que representa: una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos".


Toda clase de una escuela americana tiene una bandera americana y ninguna otra puede estar por encima de ella en la clase. 

Tras este momento, los niños se sientan y comenzamos las clases. En mi clase, yo comienzo con una pequeña asamblea- calendario, con todos los estudiantes sentados en la moqueta (todas las clases tienen el suelo forrado por una colorida y socorrida moqueta). Aquí mezclo el contenido del día, las novedades, la fecha, el tiempo y los días que llevamos de escuela con sumas, restas y cálculo mental. Una buena forma de comenzar el día.

Aquí sentaditos, repasamos los días de la semana, el mes, el tiempo, hacemos patrones numéricos, aprendemos sobre el reloj y las monedas y cantamos alguna cancioncilla.

Tras el calendario, alrededor de las 9:00, los niños vuelven a sus pupitres, habitualmente sentados en grupos de 5 ó 6 (hasta un total de 25-30 niños por clase) y empezamos el contenido de cada día. Al comenzar cada asignatura, leemos los objetivos de lenguaje y contenido que tenemos para esa lección. En este sistema, los niños participan, hablan en español (y en inglés a escondidas) y hay mucha interacción. La explicación del profesor no dura más de 15 minutos y después comienza la práctica de lo explicado, a través de actividades variadas: trabajos de grupo, manipulables de todo tipo, actividades de tijera y pegamento, pequeños debates, juegos o proyectos. La ficha tradicional no tiene mucha cabida en este sistema, aunque a veces es necesaria. Para explicar las actividades, los niños están acostumbrados a que el maestro lo explique detallada y repetidamente: primero lo explico yo, después saco a un niño para que lo vean, después dos niños lo escenifican y finalmente, comenzamos a trabajar. El valor del ejemplo es muy alto y tienen que tener claro mis expectativas y los objetivos para cada actividad. 

 Para explicar los continentes, los recortamos, los coloreamos, los rotulamos y los pegamos en un plato de papel.
 Para el día de la Paz hacemos palomas, las pintamos con las huellas dactilares de los compañeros de clase, les ponemos poemas en las alas y las dejamos volar.
 Para aprender sobre los nativos americanos, hacemos tótems con rollos de papel de cocina y los coloreamos y decoramos con motivos de animales y geometría (introduciendo matemáticas).
 Para aprender acerca del Pacífico, nos ponemos faldas de Hawaii y bailamos el hula hula. 
 Cuando leemos Harry Potter, los niños y niñas vienen disfrazados de sus personajes favoritos de las novelas. 
Para aprender acerca de las fracciones, ponemos ingredientes en una pizza y escribimos la fracción de las partes. 

La disciplina es muy importante, a nivel de escuela y a nivel de clase y todos los niños tienen que tener las reglas interiorizadas. Yo soy un gran admirador de una corriente educativa que se llama whole brain teaching y uso muchas técnicas en clase (disponibles en YouTube). Cuando hacemos actividades de movimiento y quiero la atención de la clase, susurro clase, clase, los estudiantes responden si, si y puedo hablar. Una de las claves del sistema americano es conseguir la atención de los niños, engagement strategies, y para eso el movimiento por la clase es fundamental, junto con la repetición, los gestos de entendimiento (dedos arriba y abajo, aplausos, chasquidos de dedos) o buscando los ojos del estudiante en todo momento.

Una de las características del sistema americano es la recompensa por un trabajo bien hecho o la consecuencia tomada por una mala decisión. Cada nuevo día de escuela, es una oportunidad para hacerlo bien, olvidando los errores del día anterior. La escuela tiene pequeños tickets que los profesores entregamos cuando un estudiante hace algo bien (una fila correcta, estar muy atentos en clase, sentarse bien, ayudar a un compañero) y cada viernes unos cuantos estudiantes ganan pequeños premios: usar un día la silla de la directora, tiempo libre con compañeros donde ellos elijan, comer en la mesa con un profesor o ser el estudiante del mes). Por mi parte, yo también tengo un sistema de recompensa: pequeñas piedritas que cada grupo va ganando por hablar español, participar en clase, responder preguntas, ganar en juegos. Cada viernes les canjeo esas piedras por tickets con números y ganan pequeños premios (lápices, gomas, plastilina, libretitas). El estudiante que mejor trabaja, consigue más tickets y puede ganar más premios.

 Las fiestas (como ésta de Lego) son una forma de recompensar el buen hacer de los estudiantes.
Una buena (y barata) recompensa: la silla de la directora y la niña tan contenta.

El refuerzo siempre se enfoca desde un modo positivo, dando ánimos y reconociendo el buen comportamiento, en vez de centrarse en el niño que lo está haciendo mal. Realmente funciona, ya que a todos los niños le gustan los halagos y, muchas veces, cambian el mal por el buen comportamiento para que te fijes en ellos y lo digas. Es un sistema que me gusta y crea un gran ambiente en la clase, ya que remarcas las cosas buenas que ves en la clase en detrimento de las malas. 

Pasamos muchas horas juntos en el colegio, casi siete horas de instrucción directa cada día, salpicadas por media hora de gimnasia los martes, tres cuartos de hora de arte cada dos semanas y media hora de música cada dos semanas. Muchas horas de clase que requieren una buena planificación cada día y muchas horas invertidas para crear actividades divertidas y educativas para las clases de ciencias, estudios sociales, matemáticas, español o informática.

En otra entrada, seguiré desgranando el día a día en la clase y nuevos trucos e ideas que se me vayan ocurriendo. Por último, al lado de la puerta de la clase, tenemos un boletín de mi grado, 3º, que decoramos cada poco tiempo con los trabajos de los estudiantes.

 El otoño y los hábitats de Ciencias.
 El día de la Paz y las manos de todos.
La primavera y las pizzas de fracciones.

Con todo, quedan menos de tres meses para terminar el curso y con el Spring break por medio, Jose y yo ya tenemos destino: una pista, la ciudad del Viento. De ella hablaré en otra entrada. 
La vida continúa en Salt Lake, con el esquí los fines de semana, las actividades culturales y religiosas y pequeñas escapadas y rutas por las montañas.

 En el museo Leonardo (Da Vinci) aprendí sobre los inventos de Leonardo y asistí a una exposición de momias reales de Egipto, Sudamérica y Europa realmente interesante y espeluznante. 
 En Provo, un pueblo al sur de Salt Lake, construyeron un templo mormón que sólo se podía visitar hasta que lo dedicaran. Después se cierra para todas las personas no mormonas. Una excursión realmente interesante para entender la religión mormona y sus elementos.
 Leo e Irene usan el techo solar de mi cañonero para hacer de las suyas.
Me gustó esta foto con el Temple Square mormón al fondo y un enorme centro de conferencias.

Muchas gracias a todos por pasaros por aquí y leerme. Espero que os haya gustado esta entrada sobre el sistema educativo americano y no sobre viajes, para variar.