lunes, 13 de julio de 2020

Congelados en Chicago

Hace algunos inviernos, mi hermana y yo decidimos pasar unos días de Navidad en Chicago, en el remoto estado de Illinois. Con el tiempo pienso que quizá no fue el destino más acertado para pasar varios días de invierno: una ciudad maravillosa, con muchas atracciones y cosas por hacer pero con unos inviernos duros e intensos. La proximidad del lago Michigan hace que la sensación térmica sea aun más baja que la temperatura real y el calificativo de la ciudad del viento explica por qué nos fue imposible caminar más de 10 minutos seguidos por sus (heladas) calles.

 Así lucían los puentes de la Avenida Michigan en una fría navidad de 2017.
 Éste era mi atuendo habitual: tapado hasta las orejas y gorra de los Chicago Bulls.
 El skyline de Chicago lucía espectacular entre el sol y la nieve. 
 La famosa bean o judía del parque del Milenio es perfecta para juegos de cámara. 
Edificios de Chicago al lado del lago Michigan.

Con todo, cada mañana nos preparábamos para intentar explorar la ciudad con buen humor y muchas capas de ropa (ésta ha sido la primera vez que llevaba puestos dos pantalones). A los pocos días de llegar se unieron unos amigos que viven en Utah: una familia maravillosa y encantadora, originaria de Burgos, que nos acompañaron en estos helados días de invierno.

Foto de grupo con gorros de Papa Noel (la nieve que se ve es algodón). 
 Cansados y congelados delante del Instituto de Arte de Chicago.
 Mirando el río y pensando si la capa de hielo aguantaría nuestro peso. 
 Bufandas y gorros eran indispensables en estas resbaladizas calles de Chicago. 
 No faltó un buen partido de NBA de los Chicago Bulls.
No somos espantapájaros; hay vida debajo de tanta ropa.
Sergio es un acróbata entre el frío.

En una semana aprovechamos el tiempo para visitar los edificios más emblemáticos de Chicago, caminar por sus anchas avenidas, subir a sus magníficas torres y comer su deliciosa pizza. Todo esto con máximas (sí, has leído bien, máximas) de -5 grados y mínimas de hasta -27 en la noche de Fin de Año. Dedicamos una mañana entera a visitar el Instituto de Arte de Chicago, uno de mis favoritos del mundo, lleno de cuadros de Monet, Picasso, Seurat o Hopper. 

Fotos artísticas en las torres de Chicago.
 Uno de los pósters más representativos de los últimos años de Estados Unidos.
 El arte contemporánea no es para todos. 
Este cuadro de Hooper es de mis favoritos del mundo mundial.
 El callejón de Batman estaba vació del frío que hacía.
 El Lago Michigan completamente congelado a nuestras espaldas (esta fotografía le encanta a mi padre).
Para hacer esta foto hay que empujar a la gente fuera de la zona acristalada.

En medio de este frío pasamos Antía y yo la noche de fin de Año: cena en un restaurante asiático y una buena siesta hasta que empezaron los fuegos artificiales en el Lago Michigan a medianoche. Hacía tanto frío que bajamos del hotel corriendo, vimos los fuegos, hicimos alguna foto y volvimos corriendo al hotel.

 Un par de días antes de fin de Año fuimos al teatro a ver "Un cuento de Navidad" de Dickens.
 Cara de sueño y fuegos artificiales.
Welcome 2018 en el verano de 2020. 
 Brunch de Año Nuevo para empezar bien el 2018.

En resumen, unas Navidades bajo cero en una ciudad maravillosa de Estados Unidos, llena de cultura, de arte, de lagos congelados y de cafeterías donde entrar en calor. Muy recomendable su visita si te gustan los inviernos intensos y los veranos cálidos a orillas del lago. 

¡Gracias a todos y todas por pasaros por aquí y leer estas últimas entradas! ¡Y muchas felicidades a una de mis lectores más fieles, Susanita! ¡Feliz cumpleaños!

miércoles, 20 de mayo de 2020

"Keep Portland weird"

Portland es una ciudad de unos 600.000 habitantes, ubicada en el noroeste de Estados Unidos, en el remoto estado de Oregón. Portland es una ciudad verde, ordenada, dinámica y hipster. Muy hipster (lo que en español podemos traducir como moderna). Esta ciudad, y el propio estado de Oregón, es conocida por sus frondosos bosques, sus cervecerías de producción propia, la serie de televisión Portlandia, la comida orgánica, los mercadillos callejeros con bolsos de 400 dólares, sus grafitis inquietantes, gente con frondosas barbas en bicicletas destartaladas y por la ingesta masiva de café.

Encima del río Columbia se ilumina este ciervo saltarín. 
 Esto es una muestra de los grafitis inquietantes que mencionaba antes. 
Allá donde haya carteles estoy yo. 
 Otro grafiti inquietante con aire a Frida Kahlo. 
 Un ejemplo de bici rara con un mapa de casas encantadas de Irlanda (!).
El mantra de esta ciudad es "Mantén Portland rara". 

Portland es una ciudad diferente en el mapa de Estados Unidos, muy preocupada por la sostenibilidad, el reciclaje, la comida natural y con pocos aditivos (el capítulo de Portlandia donde van a buscar pollos caseros es memorable), las luchas por la justicia social, (la mayoría de manifestaciones antiglobalización o contra el G8 tienen lugar aquí) y la cultura y el arte, con una vida callejera muy interesante y alternativa. La moda en Portland es no ir a la moda, por lo que puedes ver conjuntos inverosímiles basados en camisas vaqueras, faldas con brillantina, pelo de colores y botas de agua verdes. Eso sí, siempre con un termo (o garrafa) de café en la mano.

 Los jardines japoneses en el centro de la ciudad son espectaculares. 
Pocos coches, muchas bicicletas y cielos plomizos son las señas urbanas de Portland. 
La librería Powell, en el centro de la ciudad es el sitio perfecto para perderte unas cuantas horas. 
 Tiendas modernas en almacenes destartalados. 
 "Mantén tu barbilla alta", una oda al positivismo y la alegría. 
 El distrito de artes de Alberta es uno de mis favoritos: food trucks por todos lados y calles preciosas en primavera. 
La Pioneer Square es el centro de la ciudad de Portland. 
 Los donuts más populares de la ciudad: coloridos y con millones de calorías. 
 Los colores te animan por todos lados. 
 Estos son ejemplos de lo coloridos y espectaculares que son estos donuts. 

Alejándonos del centro de la ciudad y de su mundo alternativo y moderno, una de las cosas que más me gustan de Portland (y del estado de Oregón) es el color verde que impregna todo. En Portland (como en su vecina del norte, Seattle) llueve mucho y muchos días al año, por lo que sus bosques son una maravilla para perderse y sentir un contacto pleno con la naturaleza. A unos 20 minutos del centro de la ciudad encontramos un buen ejemplo en una zona llamada The Grotto (o la gruta), un santuario en la naturaleza dedicado a la Virgen María. Si sigues conduciendo hacia el interior de Oregón no dejas de encontrarte con un paisaje verde, un cielo gris y serpeantes y anchos ríos por todos lados. Una delicia para perderse por unos días.

 Entrada a la gruta (el nombre es muy acertado). 
 La Virgen María es la protagonista de este santuario.
 Nieblas bajas y colores de otoño.
 Cada arbolito merecía una foto.
 Pasear por bosques con botas de lluvia y sin encontrarte a nadie es un verdadero regalo. 
 El verde me recuerda las fragas y bosques de Galicia.

Con todo, Portland es una ciudad coqueta, acogedora y divertida, progresista y alternativa y que merece la pena descubrir poco a poco, a sorbos, como un buen vaso de café con leche (de soja) y caramelo.  

Gracias a todos por pasaros y por dejar comentarios (en especial a Amela, que esta semana ha aprendido a poner sus primeros comentarios y a Susi, que siempre me comenta). 

miércoles, 13 de mayo de 2020

"Todo es posible. Esto es Nueva York"

Es curioso que en los años de vida de este blog nunca haya escrito sobre mi ciudad favorita de Estados Unidos (probablemente del mundo): Nueva York, la ciudad que nunca duerme, la gran manzana, la antigua New Amsterdam de los holandeses en el siglo XVII. Muchas guías, libros, canciones, películas, series, musicales y obras de teatro han usado Nueva York como escenario, por lo que al caminar por sus calles o sus parques es inevitable asociarlas a recuerdos y momentos de nuestras vidas (reales o imaginados).

Creo que he estado en Nueva York más de una decena de veces y siempre descubro algo nuevo: una coqueta plaza en Brooklyn, un café en Manhattan, una nueva esquina de Central Park o un graffiti en Harlem o en el Bronx. Seguramente los Nicks habrán perdido de paliza y los Yankees habrán ganado de nuevo a los Mets. Hay cosas que nunca cambian.

La Navidad de 2018 fue la fecha elegida para que mis padres visitaran Estados Unidos por primera vez y Nueva York fue el destino perfecto. Iban a ser unas navidades muy especiales y todo salió según lo planeado: mi hermana (que le ha cogido el gusto a venir a visitarme), Samu, mis padres, Manu, Lola y yo con diez días por delante para explorar la capital del mundo.

Foto de la cuadrilla en la fabulosa estación de Grand Central.
Mi padre encontró un póster gigante de su ídolo al poco de aterrizar.
  La decoración navideña en Nueva York es mágica.
Mi madre con una dama verde.

Nuestra base de operaciones era un apartamento en la parte baja de Manhattan, cercano al puente de Brooklyn y a Wall Street, en un barrio sencillo pero con buenos restaurantes y bastante bien comunicado. Desde ahí nos movimos en todas direcciones y hasta alquilamos un coche en la vecina New Jersey para conocer Filadelfia y los condados de Pennsylvania donde vive la comunidad Amish. La clave para estos diez días fue tener una Metrocard o tarjeta de transporte de metro y autobús urbano para movernos con total libertad por todas las avenidas y calles de la ciudad.

A partir de ahí, aventura tras aventura y recuerdo tras recuerdo: el ferry a la estatua de la Libertad saltándonos todas las colas, fotos olvidables con gorros terribles, una tormenta perfecta la noche de Fin de Año, mi padre mirando a los rascacielos con cara de incredulidad, noches de jazz en el Blue Note, partido de los Nets en el Barclays Center, comida coreana con palillos escurridizos, partidas de ajedrez en Union Square, puddings de banana en Magnolia Bakery, paseos inolvidables por el High Line, Samu y Antía derrotados en la isla de Ellis, watches en Chinatown, el MOMA, compras alocadas en outlets de extrarradio, gorras de baloncesto, zapatillas Air Jordan y risas. Muchas risas.

 Manu y Lola son verdaderos profesionales del pose.
 Yes, we love NY.
 Decoraciones navideñas ocultas en Brooklyn. 
 El teatro de Harlem donde nació la música negra.
 John Lennon siempre vivo en Central Park.
 Aquí jugaba (y apostaba) Bobby Fischer. 
 Grafitis espectaculares que nos trajeron algún dolor de cabeza para fotografiarlos. 
 Times Square preparándose para fin de Año. 
 Foto icónica de nuestros zapatos.
 Me encanta esta foto (aunque algunos lleven gorros)
 Mi padre y una esquimal en Chinatown. 
 En la foto algunos sonríen, pero para comer no sonreían tanto. 
¡El estadio de los Yankees en el Bronx nos gustó demasiado!

En resumen, muchas fotografías para describir las sensaciones que nos dejó una ciudad inolvidable en unas navidades mágicas y diferentes. Todos los que estábamos allí estamos seguros que alguna vez volveremos a Nueva York para crear nuevos recuerdos y descubrir nuevos rincones. "Todo es posible. Esto es Nueva York".